I just read a “White Paper” from the Center for Creative Leadership addressing the type of leadership that emerges in a crisis situation like the one produced by the hurricane Katrina. And it is amazing how close their findings are to the leadership situations we experienced during the days we spent in the Andes.
The article says that in Leadership Crisis, what matters is that the “leadership function” gets accomplished, no matter by whom or by how many, but that setting direction, creating alignment and building commitment has to be done, anyway. It is a matter of “what” not of “who”.
It also says that in these situations leadership can be happening in a group of people who are discussing what to do and, although unsure, they are figuring out. When disasters do occur, people are thrown into a peer context, and everyone is forced to take decision regardless wherever they are on the leadership structure. In crisis situations, systems collapse, plans are insufficient, the picture is distorted, time is compressed, authority is limited and limiting and new leadership emerges. The formal leadership authorities are many times overwhelmed by reality.
I am impressed how much this describes our situation in the Andes. We were peers, we didn´t know what to do, we were not prepared for such an ordeal, we were let by ourselves and we had just to figure out how to survive and to get out of the mountains. And I don’t want to imply that some of us didn´t play a more significant role than others in the Andes, but everyone contributed according to its possibilities, and we all mattered. Even those who were ill or injured played a significant role; just taking care of themselves was important for the group.
Obviously, this has an impact on the type of contingency plans everyone should have for disasters. On top of protocols and contingency plans, that you must have, it is crucial to build more communication skills, team working capabilities and networking. And when you plan for the worse, there will always be another worse scenario.
Katrina (1)
Acabo de leer un borrador de trabajo del Centro para el Liderazgo Creativo ocupándose del tipo de liderazgo que emergió en una situación de crisis como el huracán Katrina. Es increíble cuan cerca están sus conclusiones sobre el tipo de situaciones de liderazgo que nosotros experimentamos durante los días que pasamos en los Andes.
El artículo dice que en situaciones de crisis de liderazgo, lo que importa es que la función de liderazgo sea realizada, no importa por quien ni por cuantos, pero que establecer los objetivos, crear el alineamiento y construir el compromiso tiene que ser hecho de alguna manera. No es un tema de quien, sino de qué.
También dice que estas situaciones el liderazgo puede estar ocurriendo en un grupo de personas que discuten qué hacer y, aún inseguras, le encuentran la vuelta. Cuando ocurren desastres, la gente se encuentra en una situación de pares, y todos son obligados a tomar decisiones sin importar que lugar ocupaban en la estructura formal de liderazgo. Porque en situaciones de crisis, los sistemas colapsan, los planes son insuficientes, la visión general está distorsionada, el tiempo está comprimido, la autoridad está limitada y limita y obviamente emergen nuevos líderes. Los líderes formales muchas veces son sobrepasados por los acontecimientos.
Me impresiona, cuanto esto describe nuestra situación en los Andes. Éramos pares, no sabíamos qué hacer, no estábamos preparados para la tragedia, nos habían dejado solos y tuvimos que ingeniarnos para salir de las montañas. Con esto no quiero implicar que no hubo algunos que jugaron un rol más importante que otros en los Andes, pero aún aquellos que estaban enfermos o heridos tenían un rol significativo que jugar. Simplemente ocuparse de ellos mismos era importante para el grupo.
Obviamente, esto impacta en el tipo de planes de continencia que todos deberíamos tener para emergencias. Además de tener protocolos planes de contingencia, que hay que tener, no hay que olvidarse de desarrollar más habilidades de comunicación, capacidad de trabajo en equipo y relaciones. Y cuando planificas para el peor escenario, siempre puede haber otro peor.
Sunday, March 30, 2008
Monday, March 24, 2008
My Old Friends/ Mis Viejos Amigos
I also think on all my friends I had at the time when we crashed in the mountains and whom I haven’t seen any more. After our rescue, I stayed for some weeks in Uruguay and then went back to live in Argentina with my parents and started a new life almost from scratch. This was a turning point in my life, it is one of my crucibles, as I decided to change and start again in Argentina. But many of my old friends, either in Uruguay, Chile or even in Argentina, who had cried for me when they thought me dead when we crashed in the Andes didn´t have the chance to be with me as I became again a normal guy. They probably understood that I would be better off if they allowed me a fresh start. And they seldom came to see me. Probably I shoved them away with a not very friendly attitude from my part.
They respected my silence and helped me reconstruct my life. I appreciated that very much because it allowed me to close my wound, put the mountain into my backpack and look ahead. Three months after our rescue, I entered the University without saying who I was, what had happened to me. And one year later, I met Noelle, with whom I married and got three great children. But today I think on my old friends, José, Jorge, Pancho, Cristián, Walter, Alito, Pedro, Ana Luisa, Ana, Elina, and many others, who have also their part in my story and I have listened to them very little what they have to say.
Mis Viejos Amigos
También pienso en todos mis amigos de la época en que nos caímos en la montaña y a quienes no he visto más. Después del rescate, me quedé por algunas semanas en Uruguay y después me vine a vivir a la Argentina donde vivían mis padres y empecé una vida casi de cero. Esto fue un punto de quiebre en mi vida, una de mis encrucijadas, el decidir empezar de nuevo. Pero muchos de mis viejos amigos, ya sea en Uruguay, Chile o también en Argentina, que habían llorado por mi cuando me había caído en los Andes, no tuvieron la oportunidad de estar conmigo cuando volví a la normalidad. Probablemente entendieron que tenían que dejarme probar empezar de nuevo. Y casi no vinieron a verme. Probablemente los alejé con mi actitud poco amigable de mi parte.
Ellos aceptaron mi silencio y me ayudaron a reconstruir mi vida. Eso lo aprecio hoy porque fui capaz de cerrar mi herida, poner la montaña en mi mochila y mirar para adelante. Tres meses después del rescate entré en la Universidad sin decir quién era, qué me había pasado. Y un año después conocí a Noelle, mi esposa, con quien nos casamos y tuvimos tres maravillosos hijos. Pero hoy pienso en mis viejos amigos, José, Jorge, Pancho, Cristián, Walter, Pedro, Ana Luisa, Ana María, Elina y muchos otros, que también han sido parte de mi historia y a quienes he escuchado muy poco lo que tienen para contar.
They respected my silence and helped me reconstruct my life. I appreciated that very much because it allowed me to close my wound, put the mountain into my backpack and look ahead. Three months after our rescue, I entered the University without saying who I was, what had happened to me. And one year later, I met Noelle, with whom I married and got three great children. But today I think on my old friends, José, Jorge, Pancho, Cristián, Walter, Alito, Pedro, Ana Luisa, Ana, Elina, and many others, who have also their part in my story and I have listened to them very little what they have to say.
Mis Viejos Amigos
También pienso en todos mis amigos de la época en que nos caímos en la montaña y a quienes no he visto más. Después del rescate, me quedé por algunas semanas en Uruguay y después me vine a vivir a la Argentina donde vivían mis padres y empecé una vida casi de cero. Esto fue un punto de quiebre en mi vida, una de mis encrucijadas, el decidir empezar de nuevo. Pero muchos de mis viejos amigos, ya sea en Uruguay, Chile o también en Argentina, que habían llorado por mi cuando me había caído en los Andes, no tuvieron la oportunidad de estar conmigo cuando volví a la normalidad. Probablemente entendieron que tenían que dejarme probar empezar de nuevo. Y casi no vinieron a verme. Probablemente los alejé con mi actitud poco amigable de mi parte.
Ellos aceptaron mi silencio y me ayudaron a reconstruir mi vida. Eso lo aprecio hoy porque fui capaz de cerrar mi herida, poner la montaña en mi mochila y mirar para adelante. Tres meses después del rescate entré en la Universidad sin decir quién era, qué me había pasado. Y un año después conocí a Noelle, mi esposa, con quien nos casamos y tuvimos tres maravillosos hijos. Pero hoy pienso en mis viejos amigos, José, Jorge, Pancho, Cristián, Walter, Pedro, Ana Luisa, Ana María, Elina y muchos otros, que también han sido parte de mi historia y a quienes he escuchado muy poco lo que tienen para contar.
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Saturday, March 15, 2008
A Letter From Germany / Una Carta desde Alemania
One of my surviving brothers told me the other day that he had received a note from a German WW2 survivor thanking us for the courage we had shown when we accepted that we had fed on the dead bodies of our friends. In his letter, this person said that the reading of our story encouraged him to talk to his people about his own ordeal. He and his friends had resorted to cannibalism in the war but he had not been able to speak openly about it and his remorse was consuming out his life. But now, as we spoke, he found the courage to speak. And he found great compassion and understanding from his people.
Sometimes, I find people who might think, “I wouldn’t have done it”. And I think that they don’t know what they are talking about. I am convinced that anyone in similar circumstances would have done the same, because we are just humans that want to live. We didn´t have any other thing to eat, and we had to eat if we wanted to stay alive.
I don’t have any ethical or moral doubts about it.
Una Carta desde Alemania
Uno de mis hermanos sobrevivientes, me dijo el otro día que había recibido una carta de un sobreviviente alemán de la Segunda Guerra Mundial agradeciéndonos el coraje que habíamos mostrado al aceptar que nos habíamos alimentado de los cuerpos de nuestros amigos muertos. En su carta, esta persona dice que leyendo nuestra historia se había animado a hablar a su gente de su propia tragedia. Él y sus amigos también habían recurrido al canibalismo en la guerra pero no se había animado a hablar abiertamente del tema y el remordimiento estaba consumiendo su vida. Pero ahora, viéndonos a nosotros hablar, él había encontrado el coraje de para hacerlo. Y encontró una gran compasión y comprensión de su gente.
A veces, encuentro gente que puede pensar que ellos no lo habrían hecho. Y en esos casos siento que no saben de lo que están hablando. Estoy convencido que cualquiera en circunstancias similares lo hubiera hecho, porque somos seres humanos que queremos vivir. No teníamos otra cosa que comer, y teníamos que comer si queríamos seguir viviendo.
No tengo ninguna duda ética o moral sobre el tema.
Sometimes, I find people who might think, “I wouldn’t have done it”. And I think that they don’t know what they are talking about. I am convinced that anyone in similar circumstances would have done the same, because we are just humans that want to live. We didn´t have any other thing to eat, and we had to eat if we wanted to stay alive.
I don’t have any ethical or moral doubts about it.
Una Carta desde Alemania
Uno de mis hermanos sobrevivientes, me dijo el otro día que había recibido una carta de un sobreviviente alemán de la Segunda Guerra Mundial agradeciéndonos el coraje que habíamos mostrado al aceptar que nos habíamos alimentado de los cuerpos de nuestros amigos muertos. En su carta, esta persona dice que leyendo nuestra historia se había animado a hablar a su gente de su propia tragedia. Él y sus amigos también habían recurrido al canibalismo en la guerra pero no se había animado a hablar abiertamente del tema y el remordimiento estaba consumiendo su vida. Pero ahora, viéndonos a nosotros hablar, él había encontrado el coraje de para hacerlo. Y encontró una gran compasión y comprensión de su gente.
A veces, encuentro gente que puede pensar que ellos no lo habrían hecho. Y en esos casos siento que no saben de lo que están hablando. Estoy convencido que cualquiera en circunstancias similares lo hubiera hecho, porque somos seres humanos que queremos vivir. No teníamos otra cosa que comer, y teníamos que comer si queríamos seguir viviendo.
No tengo ninguna duda ética o moral sobre el tema.
Tuesday, March 11, 2008
No Surprise
When I wrote the previous post on My Old Man, some thoughts came to my mind:
One was about the moment I met my father at the San Fernando’s Hospital the day after our rescue. I remember he said to me: “Forgive me Pedro, I thought you dead”. But I didn´t understand him, because I had not died, I was alive. In that sense, I think that our story is much more complicated and tough for our friends and relatives that had lost us and thought we were dead, than for us, whom we just spent 72 days surviving. The fact is that we had heard on our small radio that Canessa and Parrado had arrived in Chile and that a rescue team was on its way to rescue us. I remember that in our way, we prepared for the event. We cleaned the place, we combed our hair, brushed our teeth, smoked the last cigarettes and sat and waited for the helicopters to come. And when they came, we felt excited, happy and proud; we felt we were getting to the end of a horrible journey to where we knew that we had to get. We had worked very hard to get there. But it was not an explosion of joy and emotions, there was no surprise, we were waiting for that moment and it had to come.
For the rest of the world it was different, it is an incredible story. With the exception of some of our mothers that always thought that we were still alive, we were given by lost and dead. And now, 72 days after we had crashed in the Andes, we were coming back, skinny and rugged, but coming back from death. But not for us, because we didn´t die, we had just spent those 72 days, surviving.
One was about the moment I met my father at the San Fernando’s Hospital the day after our rescue. I remember he said to me: “Forgive me Pedro, I thought you dead”. But I didn´t understand him, because I had not died, I was alive. In that sense, I think that our story is much more complicated and tough for our friends and relatives that had lost us and thought we were dead, than for us, whom we just spent 72 days surviving. The fact is that we had heard on our small radio that Canessa and Parrado had arrived in Chile and that a rescue team was on its way to rescue us. I remember that in our way, we prepared for the event. We cleaned the place, we combed our hair, brushed our teeth, smoked the last cigarettes and sat and waited for the helicopters to come. And when they came, we felt excited, happy and proud; we felt we were getting to the end of a horrible journey to where we knew that we had to get. We had worked very hard to get there. But it was not an explosion of joy and emotions, there was no surprise, we were waiting for that moment and it had to come.
For the rest of the world it was different, it is an incredible story. With the exception of some of our mothers that always thought that we were still alive, we were given by lost and dead. And now, 72 days after we had crashed in the Andes, we were coming back, skinny and rugged, but coming back from death. But not for us, because we didn´t die, we had just spent those 72 days, surviving.
Sin Sorpresa
Cuando escribí el post anterior sobre mi Padre, algunos recuerdos pasaron por mi cabeza:
Uno fue sobre el momento en que me encontré con él en el Hospital de San Fernando, el día posterior al rescate. Recuerdo que me dijo: “Perdoname Pedro, te habíamos dado por muerto”. Y la verdad es que en ese momento no lo entendí, porque yo no había muerto, estaba vivo. En ese sentido, pienso que nuestra historia es mucho más complicada y fuerte para nuestros familiares y amigos que nos habían perdido y dado por muertos, que para nosotros mismos, quienes solo pasamos 72 días viviendo bajito. El hecho es que habíamos escuchado en nuestra pequeña radio que Canessa y Parrado habían llegado a Chile y que un equipo de rescate venía por nosotros. Recuerdo que a nuestra manera, nos preparamos para recibirlos. Ordenamos un poco el lugar, nos peinamos, nos cepillamos los dientes, fumamos nuestros últimos cigarrillos y nos sentamos a esperar los helicópteros. Y cuando llegaron, sentimos una gran alegría y orgullo, sentimos que estábamos llegando al fin de un horrible viaje, a donde sabíamos que teníamos que llegar. Habíamos trabajado muy duro para llegar allí. Pero no fue una explosión de alegrías y emociones porque no había sorpresa, estábamos esperando ese momento y sabíamos que tenía que llegar.
Pero para el resto del mundo es diferente, es una historia increíble. Con la excepción de algunas de nuestras madres que siempre creyeron que estábamos vivos, habíamos sido dados por perdidos y muertos. Y ahora, 72 días después que habíamos caído en los Andes, volvíamos, flacos y rudos, pero volvíamos de la muerte. Pero no para nosotros, porque no habíamos muerto, solo habíamos pasado 72 días sobreviviendo.
Uno fue sobre el momento en que me encontré con él en el Hospital de San Fernando, el día posterior al rescate. Recuerdo que me dijo: “Perdoname Pedro, te habíamos dado por muerto”. Y la verdad es que en ese momento no lo entendí, porque yo no había muerto, estaba vivo. En ese sentido, pienso que nuestra historia es mucho más complicada y fuerte para nuestros familiares y amigos que nos habían perdido y dado por muertos, que para nosotros mismos, quienes solo pasamos 72 días viviendo bajito. El hecho es que habíamos escuchado en nuestra pequeña radio que Canessa y Parrado habían llegado a Chile y que un equipo de rescate venía por nosotros. Recuerdo que a nuestra manera, nos preparamos para recibirlos. Ordenamos un poco el lugar, nos peinamos, nos cepillamos los dientes, fumamos nuestros últimos cigarrillos y nos sentamos a esperar los helicópteros. Y cuando llegaron, sentimos una gran alegría y orgullo, sentimos que estábamos llegando al fin de un horrible viaje, a donde sabíamos que teníamos que llegar. Habíamos trabajado muy duro para llegar allí. Pero no fue una explosión de alegrías y emociones porque no había sorpresa, estábamos esperando ese momento y sabíamos que tenía que llegar.
Pero para el resto del mundo es diferente, es una historia increíble. Con la excepción de algunas de nuestras madres que siempre creyeron que estábamos vivos, habíamos sido dados por perdidos y muertos. Y ahora, 72 días después que habíamos caído en los Andes, volvíamos, flacos y rudos, pero volvíamos de la muerte. Pero no para nosotros, porque no habíamos muerto, solo habíamos pasado 72 días sobreviviendo.
Tuesday, March 4, 2008
My Old Man / Mi Viejo
Algorta Senior is turning 86 this March. He is definitely aging and it is showing it as time goes by. In 2003 with the help of Noelle, my wife, he directed the reconstruction of our house in our ranch. When it was finished, he looked at the finished house and said with enormous pride and a little of his fine irony, that that was his LAST work.
Today, five years later, he wouldn’t be able to direct such a job.
When I crashed in the Andes in 1972, he was about 50, even younger than what I am today. At that time, he was living in Buenos Aires with my mother and had decided to spend the long weekend of October the 12th in Punta Del Este with some friends. On October 13th they were returning to Buenos Aires, when they heard the news of a plane that had just got lost in the Andes. They were shocked but they didn´t believe it would be ours; we should have flown to Chile on the 12th. But then, the news became rather confusing until it was confirmed that we were lost in the middle of the Andes and there was little hope that we were alive.
My parents went back to Buenos Aires to tell my brothers something really bad had just occurred and then they both took the first plane that was leaving for Santiago. With many other parents of the missing passengers, they went to the Uruguayan embassy, they talked to the Chilean Air Force, they even went near to the area where we might have crashed. Everyone was eager to help in the search and give some comfort to those parents who have lost their children.
I’d lived in Chile for three years sometime before; I even had a girlfriend at that time in Santiago, and had many friends who were absolutely shocked to lose such a young friend. After some days, a mass was offered for my soul at my high school, San Ignacio Pocuro. I guess Father Del Piano offered the mass which was attended with enormous grief by my friends, my parents and my girl friend. I was given up for dead; I was lost in the Andes Mountains, only my mother kept the hope that I was alive.
Their return to normal life in Buenos Aires was hard. My father with enormous courage insisted that life should carry on. My mother didn´t leave her room in which she would weep and pray for hours. My brothers faced the new reality; their eldest brother was not going to come back. My brother, moved into my room, life had to continue as usual and he was now the “big brother”.
But on December 21st, a word was heard in the news; people were saying that two guys had appeared at the foot of the mountains near San Fernando, in Chile, claiming to be survivors of the ill fated Uruguayan airplane. Many news had been given before and none had been true. But this was anyway a new shred of hope. Without thinking too much, my father boarded the first plane leaving for Chile; my mother stayed at home waiting for a confirmation of the news. They didn´t even know who the two will-be survivors were nor what had happened to the rest.
When my father arrived in Chile, the news was confirmed, “the walking” men were Canessa and Parrado, and 14 more guys were alive in the mountain. But the list of the survivors was not known yet and my father still didn´t know if I was dead or alive. He took a taxi to the Uruguayan embassy, and asked the driver to turn on the radio to listen to the latest news. And at that very moment, they started broadcasting the list of the survivors, and I was in it, I was in. My father kissed the driver and went to San Fernando´s Hospital. But it was too late to allow him to see me. The next morning once allowed he came into my room and found me, a ghost, I was not the same person he had left alive 72 days before, but it was me. Without knowing what to say, absolutely shocked he embraced me and said, “Forgive me Pedro, I thought you dead.”
Two years ago, while he was going to watch a football match at the Parque Central he slipped and hurt his head very badly. He spent an entire month in intensive care and in many occasions we thought he was to pass away. I cried very much because he was in pain and leaving us but also because if he passed away he would not be there to continue loving us. Happily, he is still alive, a little diminished but loving us a lot.
Mi Viejo
Algorta Sr. va a cumplir 86 en este Marzo. Y con el paso del tiempo, se está poniendo más viejito. En el 2003 con la ayuda de Noelle, mi esposa, él como arquitecto dirigió la construcción de una casa en el campo. Cuando terminó, miró la casa terminada y dijo con gran orgullo y algo de su típica ironía fina que esa era su ÚLTIMA obra.
Hoy, cinco años después no podría realizar ese trabajo.
Cuando nos accidentamos en los Andes en 1972, él tenía cerca de 50 años, aún menos de los que hoy tengo yo. En esos momentos, ellos vivían en Buenos Aires y habían decidido pasar el fin de semana largo del 12 de octubre en Punta del Este con algunos amigos. El 13 de octubre, estaban regresando a Buenos Aires, cuando escucharon las noticias de un avión perdido en los Andes. Estaban consternados, pero no creyeron que era el nuestro, nosotros debíamos haber llegado a Chile el día 12. Pero después, las noticias empezaron a ser confusas hasta que se confirmó que efectivamente estábamos perdidos en el medio de los Andes y había pocas esperanzas de que estuviéramos vivos.
Mis padres volvieron a Buenos Aires para contar a mis hermanos las malas noticias y luego tomaron el primer avión que estaba saliendo para Santiago. Con muchos otros familiares de los pasajeros desaparecidos fueron a la Embajada Uruguaya, hablaron con la Fuerza Aérea de Chile, incluso fueron cerca de la zona donde pensaron que habíamos caído. Todos querían ayudar y confortar a aquellos padres que habían perdido a sus hijos.
Yo había vivido en Chile por tres años algún tiempo atrás. Incluso tenía una novia en Santiago y tenía muchos amigos que estaban muy golpeados por perder a un amigo tan joven. Unos días después del accidente, rezaron una misa por mí en el Colegio donde había terminado mis estudios secundarios, el San Ignacio de Pocuro. Supongo que el padre Del Piano dirigió la misa a la que asistieron gran cantidad de amigos, mis padres, mis hermanos y mi novia. Me habían dado por muerto, me había perdido en la Cordillera de Los Andes, sólo mi madre mantenía la creencia de que yo estaba vivo.
La vuelta de mi familia a Buenos Aires, fue difícil. Mi padre, con enorme coraje insistió en que la vida tenía que continuar. Pero mi madre no abandonaba su habitación donde lloraba y rezaba por horas. Mis hermanos afrontaron la realidad, su hermano mayor no iba a regresar. Mi hermano se mudó a mi habitación, la vida tenía que seguir, él ahora era el mayor.
Pero el 22 de diciembre empezaron a escucharse algunos rumores. Había gente que decía que dos personas habían aparecidos en las montañas cerca de San Fernando en Chile diciendo que eran sobrevivientes del avión uruguayo. Muchas noticias se habían dado antes pero ninguna había sido cierta. De todas maneras era un hilo de esperanza. Sin pensarlo demasiado, mi padre tomó el primer avión que partía para Chile mientras mi madre se quedó a la espera de la confirmación de la noticia. Todavía no se sabía quienes eran estos posibles sobrevivientes ni que habría sucedido con el resto.
Cuando mi padre llegó a Chile, la noticia se confirmó, los caminantes eran Canessa y Parrado y 14 muchachos más estaban vivos en las montañas. Pero la lista de los sobrevivientes no había sido comunicada todavía y mi padre no sabía si yo estaba vivo o no. Tomó el primer taxi hacia la Embajada del Uruguay y le pidió al taxista que encendiera la radio para escuchar las noticias. Y en ese mismo momento empezaron a emitir la lista de los sobrevivientes, y yo estaba en ella, si, yo estaba en ella. Mi padre abrazó al taxista y fue directo al Hospital de San Fernando. Cuando llegó ya era muy tarde para que lo dejaran entrar a verme. A la mañana siguiente lo dejaron entrar a mi habitación y me encontró hecho un fantasma. No era la misma persona que había dejado vivo 72 días antes, pero era yo, y estaba vivo. Sin saber que decir, totalmente conmovido me abrazó y me dijo: “Perdoname Pedro, te habíamos dado por muerto”.
Un par de años atrás, cuando él estaba yendo a ver un partido de fútbol al Parque Central, se tropezó y se golpeó muy mal su cabeza. Estuvo un mes entero en terapia intensiva y en muchas ocasiones pensamos que se nos estaba yendo. Lloré mucho porque él estaba sufriendo, pero también lloré porque si se nos iba, no íbamos a poder seguir recibiendo su amor. Felizmente, está todavía vivo, un poco más viejito, pero queriéndonos un montón.
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