Monday, December 29, 2008

Que se multipliquen por mil

 

El periodista Leonardo Hackendorn me preguntó, para la revista “Plena” de Montevideo, qué podía decir del “Sentido de la Vida”. Y esto es más o menos lo que le contesté:

“Cuando leí el libro de Victor Frankl, "El Hombre en Busca de Sentido", lo hice esperando que el libro me de una luz sobre cual es el "sentido de la vida". Pues allí no lo encontré, lo que encontré fue un tremendo paralelismo, aunque con diferencias, entre lo sufrido por Frankl en el campo de concentración y nosotros perdidos en la montaña, debatiéndonos quién iba a ser el siguiente en morir y esperando vivir un día más para llegar al fin de nuestro sufrimiento.


En el caso mío, lo que me mantuvo con vida fue ese instinto de supervivencia de vivir un día más, sabiendo que mientras había pequeñas posibilidades de salir teníamos que hacer todo lo posible para seguir viviendo. En una de esas, lo lograríamos.

Hoy me pregunto en qué me afectó la montaña, me ha ayudado a encontrar el sentido de mi vida?. La respuesta no es fácil, durante años no la tuve. Creo que para contestar esa pregunta debo mirar para atrás, y ver todo lo que he vivido. Nuestra montaña del 72, los años de trabajo que le siguieron, la familia que hemos construído, nuestros amigos, nuestros hijos, todos a quienes hemos amado y nos han amado, todo eso nos da sentido y nos proyecta hacia el futuro. Por eso creo que el sentido de la vida no es solo un proyecto ambicioso y eventualmente idealizado, es más bien la proyección hacia el futuro de todo lo que hemos hecho, dado y  recibido en nuestra vida y la capacidad y decisión de ir cargando esa mochila con más cosas.”

En la frase anterior, subrayo la palabra “decisión”, porque ahí es donde uno ejerce su libertad de hacer cosas, de no dejarse estar, de elegir seguir dando, de obtener sentido a través del trabajo y del amor y de mirar para atrás y ver todas las cosas que uno ha hecho y te proyectan hacia el futuro.”

Mi amiga Gabriela Nudel me dejó el siguiente mensaje, que tiene mucho que ver, que quiero hacer propio y transmitirlo a quienes me leen:

“ Cierra los ojos y recuerda todo lo que te ha hecho sonreír durante el año que termina y espera que en el 2009 esas sonrisas se multipliquen por mil”

Eso, que esperes que se multipliquen por mil.

Friday, December 26, 2008

Coche y nuestra reunión anual.

Hacía tiempo que no podía ir a una de nuestras reuniones anuales ya que al vivir en Buenos Aires, siempre estaba complicado. Por suerte, este año pude ir, y la verdad es que fue una lindísima reunión. Mucho más tranquila y sobria que la de años anteriores. El tiempo no pasa en vano, ya estamos más serios y maduros!

La reunión fue en la casa de Carlos Páez, en las afueras de Montevideo. Él tomo la iniciativa de organizar la reunión y la verdad es que se lo agradezco porque lo pasamos muy bien.

Como siempre, terminamos hablando de la montaña, y yo disfruté poder compartir recuerdos y sensaciones con varios de mis “hermanos sobrevivientes”. Hubo varios momentos emotivos. Uno de ellos fue cuando Coche repartió unos regalitos con una frase para cada uno. La mía decía: “Pedro, gracias por ser mi familiar en la montaña”. La frase me hizo gracia y me enterneció, porque en realidad no somos familiares, simplemente él es primo de mis primos. Pero allí en la montaña, teníamos una relación especial y para él, que estaba herido y sobretodo al final muy débil,  era importante que fuéramos familiares.

También me hizo gracia que me catalogara como su proveedor de cigarrillos. Yo casi no fumaba, pero me ingenié para que igual me tocara la ración de cigarrillos. Coche estaba desesperado, y probó de mil de maneras cómo conseguir uno de los míos. Primero apeló a los lazos familiares, pero no me conmovió. Luego llegó a ofrecerme hasta 100 dólares a pagar en Montevideo por un cigarrillo, pero tampoco lo consiguió. Finalmente, me ofreció parte de su ración de comida. Eso fue mucho, y en algún momento acepté y entregué algunos cigarrillos por comida. Pero no todos, el último me lo fumé mientras esperábamos los helicópteros aquel 22 de diciembre.

Por suerte el otro día nos abrazamos y nos reímos mucho de esa situación.

Sunday, December 21, 2008

El rescate del 22 de diciembre.

Hace 36 años, un día como hoy, fuimos rescatados de los Andes. Hacía 72 días que nos habíamos estrellado con el avión de la Fuerza Aérea Uruguaya. Estábamos literalmente sobreviviendo.

Teníamos cada vez menos fuerzas. Estábamos flacos y demacrados, algunos no hubieran vivido muchas horas más. Teníamos la sensación de que la tragedia se estaba por acabar. El invierno atroz se había ido, ya no venían más tormentas  y el frío estaba cediendo, hasta un pequeño pájaro se dio el lujo de volar bajito, cerca nuestro. El deshielo avanzaba rápidamente, derritiendo la nieve, dejando al avión peligrosamente erguido sobre un pedestal de hielo, destapando lo que con mucho trabajo habíamos tapado durante varios días: los cuerpos muertos de nuestros amigos que no habíamos comido todavía.

La sensación de que eso se estaba por acabar, además lo daba el hecho de que Nando y Roberto habían salido hacía 10 días subiendo la escarpada montaña que teníamos hacia el oeste;  pero no teníamos noticias de ellos, ya era mucho tiempo y para entonces debían haber llegado o muerto. Pero porqué entonces no venían a buscarnos  todavía? Esperábamos que sucediera algo en cualquier momento, que aparecieran milagrosamente rescatistas o que nos vieran desde un avión y nos arrojaran provisiones; después nos vendrían a buscar. Pero lo lógico era esperar lo peor, seguramente nuestros amigos habían muerto en su caminata y una nueva excursión debería salir; porque no se nos ocurría bajar los brazos después de todo lo vivido. Además, nos teníamos que ir de ahí. Pero cómo, quienes, hacia donde ir? Deberíamos salir todos en una excursión sin destino, dejando que los más débiles se mueran en el camino o de nuevo enviar a los dos o tres que estaban mejor en busca de ayuda? Algunos ya no podían caminar, eran piel y huesos. Los dejaríamos allí, sin compañía, mientras otros intentábamos lo que Nando y Roberto no habrían podido hacer? Todavía teníamos alimentos, tres o cuatro cuerpos intactos, que nos alcanzarían para 10 o 15 días más. Pero no llegaríamos todos, dos de nuestros compañeros ya se estaban muriendo, y otros seguirían rápidamente ese camino. Pero esos cuerpos prácticamente no nos servirían, eran piel, pus y huesos.

El 22 de diciembre, cuando amaneció salimos del avión para escuchar la radio en las horas en que recibíamos la señal más clara, bien temprano. Ese día, escuchamos algo distinto, las radios comentaban que dos personas  habían aparecido caminando en Los Maitenes y que decían ser sobrevivientes del avión caído en la montaña. Poco después la noticia fue confirmada, dieron los nombres de Nando y Roberto y que una escuadra de rescatistas con helicópteros venía a buscarnos.

Hasta el día de hoy, se me pone la piel de gallina cuando pienso en ese momento. Acurrucados alrededor de una radio, éramos seres humanos que habían sido dados por perdidos 72 días atrás, pero ahí estábamos, débiles y golpeados por el frío y las tormentas, con nuestros labios partidos por el frío y los dientes flojos por el escorbuto, algunos con sus piernas quebradas o ciegos por el reflejo del sol y rodeados de los restos de nuestros compañeros muertos. Finalmente nos estábamos acercando de verdad al fin de nuestro horrible viaje. Fin para el cual habíamos trabajado mucho, fin que estábamos esperando desde hacía tiempo, desde hacía 72 días. 

Sunday, December 14, 2008

Hugo

Hablar sobre la montaña me ha llevado a conocer gente increíble. Uno de ellos es Hugo, quien  ahora vive en Buenos Aires, pero en 1972 era uno de los Navegantes del Fairchild  FH227  N° 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya. Hugo hizo el viaje anterior del mismo  avión que se accidentó en los Andes el 13 de octubre de 1972, llevando a un grupo de jubilados a Asunción y a las cataratas del Iguazú. Como él había viajado a Asunción, nuestro viaje le tocó al Navegante Martínez.

Hugo me contó varias cosas. Me contó haber asistido a una reunión con algunos de nuestros padres mientras estábamos desaparecidos y la impresión que se llevó del convencimiento de algunos de esos padres de que nosotros estábamos vivos. Pero también me contó que cuando nosotros aparecimos, “auto-rescatados”, lo que ellos sintieron en la Fuerza Aérea fue vergüenza. Vergüenza por habernos llevado a los Andes, por no haber sido capaces de encontrarnos con vida, por no haber creído que nosotros todavía estábamos vivos.

Me mostró una copia del plan de vuelo y cómo está claro que hubo un error de navegación que llevó al piloto a iniciar el descenso a los 3 minutos de sobrevolar el Paso Planchón, cuando deberían haber pasado 15 minutos entre Planchón y Curicó para cruzar la cordillera y comenzar el descenso.

Me contó también que ha ido tres veces a la montaña y que volverá este año. Fue una obsesión que tuvo durante toda su vida. Quería llegar al lugar donde se accidentó el avión, tocar las chapas del avión y tratar de entender allí qué había pasado, cómo era posible que gente experimentada como eran los pilotos del avión nos llevaran a ese lugar. Tenía esa ilusión, llegar allí, mirar las montañas, tocar las chapas frías del avión y de alguna manera entender lo que había sucedido.

Pero lo ha hecho varias veces y aún no encontró  la respuesta que busca. La montaña guarda sus misterios.  Sin embargo, ha quedado prendado del lugar donde quedaron varios de sus camaradas, por la imponencia del paisaje y por el significado de la epopeya. Y todos los años vuelve, a buscar esa respuesta, a quedar en paz consigo mismo y en paz con sus camaradas que no volvieron y que nos llevaron a ese lugar.

Este año con sus amigos del Grupo Re-Viven volverá a subir a la montaña y buscará la zona donde el avión hizo impacto. Buscará encontrar a más de 4.500 metros de altura las marcas dejadas por el avión cuando tocó las primeras rocas antes de iniciar su caída por el glaciar. Espero que a su vuelta nos cuente más de lo que encontró y sintió en la montaña.

Por otra parte, yo jamás pretendí responsabilizar a nadie por nuestro accidente, ni institucionalmente ni a una persona en particular. Son cosas que pasan, fue un error grave, pero punto, ya pasó y no tiene sentido buscar responsabilidades. Lo de la vergüenza por suerte también pasó.

 

Sunday, December 7, 2008

Mi Amigo sin Trabajo

Me encontré con Juan, quien había sido Jefe de Ventas en una de las empresas donde trabajé. Acaba de quedarse sin trabajo, está tratando de reorganizar su vida y conseguir una nueva ocupación lo antes posible.

Está bien asesorado. La empresa le ha pagado un servicio de “Out Placement” que lo ayuda, lo contiene y le dan indicaciones de cómo presentarse ante posibles empleadores, cómo escribir su Curriclum Vitae, listas de las Agencias de Empleo, en fin, ayudas muy valiosas en una situación tan compleja.

Yo también pasé por situaciones complejas en mi vida, y de las laborales también, y aprendí  algunas cosas que le transmití:

Las situaciones inciertas pueden durar un tiempo mayor del que uno quisiera, 9 meses, un año, pero al final uno encuentra lo que busca, o lo encuentran. Es decir, no hay que desesperarse y perder la confianza.

La otra cosa es que es importante generar una actividad paralela. Volver a clases, hacer un deporte, estudiar un idioma. Es decir, darse algunos gustos que a uno lo enriquezcan pero que no estén directamente relacionados con la búsqueda de empleo. Hay que aprovechar ese tiempo y evitar estar todo el tiempo pensando en el trabajo que no se tiene, eso desgasta, cansa y deprime. Y estar dispuesto a hacer cosas que antes no hubiera hecho, por ejemplo, hacer la cola para pagar un servicio o hacer más cosas en su casa.

También hay que estar preparado para momentos difíciles, socialmente incómodos. Por ejemplo, en una reunión social, cómo contestar a la insidiosa pregunta, “a qué te dedicás?” Le dije a Juan que casi todo el mundo pasa por situaciones laborales difíciles, muy pocas personas pueden tener un trabajo lineal toda su vida. Y que eso no lo hace ni mejor ni peor, ni más o menos valioso. En esos casos, sin vergüenza, sin complejos, hay que contestar la verdad: “Estoy buscando trabajo”, o “Estoy entre 2 trabajos”, o mejor, “Estoy de año sabático”, y vos?

Por último, tener la mente abierta, uno no  sabe donde saltará la próxima liebre.