Wednesday, February 11, 2009

Esperar 72 días

A veces pienso que si alguien nos hubiera dicho cuando nos accidentamos en los Andes, que no nos preocupáramos, porque en 72 días nos iban a venir a buscar, seguramente habríamos muerto.

No me imagino cómo nos hubiéramos organizado y preparado para sobrevivir esos 72 días en condiciones totalmente inhóspitas, sin alimentos, con temperaturas varios grados bajo cero, rodeados de nuestros compañeros muertos y a más de 4000 metros de altura.

Aún cuando preparábamos las expediciones, siempre teníamos la secreta esperanza que nos encontrarían antes, y cuando nuestros caminantes se fueron, jamás pensamos que iban a caminar por 10 antes de salir de la montaña. Siempre creímos que nos podrían venir a buscar en cualquier momento, y que debíamos sobrevivir unos días más. Sobreviviendo día a día, pensando en que nuestro rescate no estaba tan lejos, pudimos llegar al fin de nuestra odisea. Nunca pensamos que íbamos a estar tanto tiempo en la montaña.

Sin embargo, esta es una conjetura. Si hubiéramos tenido la certeza de que debíamos sobrevivir 72 días antes de que nos vinieran a buscar, no sé lo que hubiéramos hecho. Quizás sentarnos a esperar, o quizás justamente desesperar. En realidad, no lo sabemos.

4 comments:

Anonymous said...

Esta es una situación donde la incertidumbre es mejor que la certeza? O lo que estás diciendo es que la esperanza de un rescate más cercano era mejor que la certeza de estar tan olvidados tanto tiempo?
Me imagino que en esas situaciones la esperanza, la posibilidad del rescate, les daba fuerza para seguir viviendo.

armand said...

Prefiero tener mas imcertidumbres que certezas. Cada dia me levanto esperando algo positivo que va a occurrirme y si hay un problema pendiente, me digo que vamos a ver lo que podemos hacer hoy. Los Espanoles dicen "manana sera otro dia" y los Franceses "a cada dia sufece su propia pena". Solo son refranes pero llenos de buen sentido que nos ayudan a pasarlo bien dia tras dia, o por lo menos de esperar que todo se arregla de una manera u otra como lo han conseguido los sobrevivientes..

Anonymous said...

Pedro, ayer usé tu idea.
Dije en la empresa que si nos sentamos a esperar que pase la crisis, porque algún día va a pasar, quizás no lleguemos a ningún lugar. Dije que si Ustedes se hubieran sentado a esperar, no habrían salido. Por eso, en situaciones difíciles, debemos trabajar más en busca de oportunidades, para que cuando pase la crisis, nos encuentre vivitos y en mejor estado.
Saludos.

norma arbilla said...

Yo lo interpreté de otra manera:
Hace unos días mi hermano volvió de sus vacaciones en Uruguay, trayéndome una revista de auellos pagos (Caras y caretas). En ella hay un artículo en el que su autor, Tomas De Mattos, dice algo que me retrotrajo a este Blog.
En la nota De Mattos afirma que "la vida me ha enseñado a conjugarla en gerundios (...) porque, por experiencia, me está pareciendo cada vez más que es una forma sicológica ideal para repartir -y ordenar- las cargas que la existencia tira sobre nuestros hombros".
Y ahí me acordé de sus palabras "si hubiéramos sabido que teníamos que sobrevivir 72 días, hubiéramos muerto". Entonces ustedes lo que hacían era no decir "SOBREVIVIMOS", sino "ESTAMOS SOBREVIVIENDO", día a día...
Algo así como una de las consignas de Alcohólicos Anónimos: "sólo POR HOY no beberé". Y plantearlo de esa manera es estrategia, no retórica; es una técnica de pelear el partido minuto a minuto, sin que caiga en ninguno el peso de los noventa.
Termina esta nota diciendo: "...creo que no disponemos de otra forma de encarar un cambio sustancial que la vía del gerundio. Son tantas las dificultades que plantean los cambios profundos y verdaderos, los obstáculos que erigen y las esperas, idas y vueltas que enredan nuestros intentos de avanzar, que nunca es válido decir: "He cambiado" sino "estoy cambiando". Sólo de tanto en tanto, mirando lo avanzado o lo recuperado, se puede medir la fuerza y el valos que nos dispensó, en determinado período, ese gerundio insoslayable".
Si bien el artículo estaba referido a dejar el hábito de fumar, me pareció aplicable a lo que usted plantea: ir escalando nuestras montañas, día a día, paso a paso, sin mirar la cima, inalcanzable y lejana.
Perdón por la extensión.
Un abrazo para usted, y mis respetos,
Norma Arbilla