Aquí estoy. La verdad es que nunca pensé que iba a volver a
este lugar. Es impresionante. Estoy sentado sobre la ladera del glaciar, en un
repecho el cual en un extremo está la cruz y el monolito de Valle de Las Leñas.
Miro al glacial que no reconozco. Cuando nosotros estuvimos allí, era blanco.
Ahora los acarreos de la montaña los han ido transformando en una morena, y
tiene color marrón. Pero claramente puedo distinguir donde estábamos nosotros y
trato de imaginarme el recorrido del avión deslizándose por los cerros hasta
caer en el medio del valle. Esa parte es difícil de imaginar, no hay un trazo
claro, es increíble cómo no nos estrellamos contra las rocas y penitentes que
surgen en la ladera.
Pero lo que no ha cambiado es la montaña. Está distinta, ya
que tiene mucho menos nieve que cuando nosotros estuvimos allí. Pero siguen
estando las mismas formaciones rocosas, los mismos prefiles, el mismo y
angustiante silencio.
Eso es lo que más impresiona. El silencio. Uno mira las
cumbres, los perfiles de las montañas, el glacial alto que parece que en
cualquier momento puede desmoronarse y venirse encima, y siente una enorme
congoja, una enorme pequeñez ante tremenda magnitud. Las distancias son incalculables.
Cuanto hay desde donde estaba el avión hasta la cara opuesta del valle? No lo
se, uno o dos kilómetros, quizás solo unos cientos de metros, pero por suerte
nunca nos atrevimos a ir hacia allí. Las grietas son cada vez mayores a medida
que uno se acerca a la cara opuesta de la montaña, donde siempre hay sombras,
donde el glacial tiende a subirse irregularmente a las laderas de la montaña.
Miro las paredes del glacial. Hay una parte que cuelga amenazante sobre el
valle. Recuerdo haber sentido que se podría caer sobre nosotros. Hoy creo que
no, pero todo es peligro, la montaña es amenazante.
Ellas siguen allí. Uno las mira, las escruta, las interroga,
trata de que digan algo. Pero ellas no hablan, miran inertes. De la misma
manera como 40 años atrás nos miraban inertes y nosotros las mirábamos a ellas,
equivocadamente, tratando de obtener alguna respuesta de tamaño silencio y
majestuosidad. Hoy están iguales, si bien es un día claro y diáfano, en la
cumbre de la montaña, el filo se me antoja indefinido. Siempre hay una brisa,
una bruma, un reflejo engañoso, una
dificultad que te dice que no es como uno cree. Las cumbres no se ven desde
abajo, siempre más allá de una cumbre, hay otras, por eso los filos son
irregulares y las montañas no se ven totalmente.
Pero es el silencio y la pérdida de perspectiva lo que más
impresiona. Uno pierde la capacidad de calcular distancias, de dimensionar lo
que ve. Todo se ve cerca y a la vez está muy lejano. Si bien hay bastante
gente, no se nota. El silencio ensordecedor de la montaña oculta a los demás.
Uno se siente solo. Las vuelve a mirar, a tratar de identificar lugares.
Intento identificar por donde subieron Nando, Roberto y Tintín. La próxima vez
debería venir con uno de ellos para que me cuenten. Obviamente no subieron por
el medio del glacial, esa subida es imposible. Por la cuña entre el glacial y
la ladera podría ser. Arriba se ve como más plano, hay unos claros que podría
ser donde Nando y Roberto pasaron las noches antes de empezar su caminata.
Desde donde estoy busco la cola del avión, donde debería haber quedado. No lo
se, no lo puedo distinguir. Lo que veo es que el glacial cae abruptamente a los
pocos metros. Por ahí no se podría caminar. Ir hacia ese lugar, hubiera
significado la muerte segura. Pero por ahí estaba la cola, qué peligros que
corrimos!!
La altura hace estragos. Estoy sin aire. Me gustaría caminar
por el glacial y recuperar la sensación de estar sobre él. En el 95 lo hicimos
pero hoy no puedo ni siento que es necesario. Desde donde estoy se ven los
mismos perfiles y las mismas montañas que hace 40 años. Es el mismo panorama,
la misma visión, solo que esta vez, nosotros nos hemos ido, y hemos dejado a
las montañas allí.
Pienso en lo increíble del acontecimiento. En realidad venía
con pocas expectativas, miro la cruz y
al memorial donde están algunos de los chicos que no volvieron, hoy lleno de
banderas y objetos que la gente en su peregrinación va dejando. Miro el
monolito, pienso que quizás yo debería haber quedado allí. Que deberíamos haber
muerto todos. Porque no todos los días uno se estrella en Los Andes y 70 días
después sigue vivo. Mis expectativas están superadas. No creí que iba a
engancharme con el lugar. Me impresiona, no puedo pensar en otra cosa. Quiero
llevarme a casa el silencio y la majestuosidad de este lugar.
Me pregunto porqué yo salí de este lugar. No era posible. Pero
son preguntas sin respuestas. No tiene sentido hacerse esas preguntas y gracias
a Dios no son preguntas que me atormenten demasiado. Pero aquí, a 3700 metros aparecen,
automáticamente me las hago. Y así las
dejo, sin respuestas, y vuelvo a mirar la montaña, a sentir el silencio,
mirando los filos y las cumbres que conozco tanto, que tan poco han cambiado y
que van a seguir allí por muchísimos años más, impertérritas, mientras yo y mis
compañeros sigamos nuestro viaje, nos perduren y nos ganen.
Me llevo a casa ese momento. Sentir ese lugar en la que
debería haber quedado pero que porfiadamente quise salir. Me alegro de haber
vuelto, me debía esta experiencia.
8 comments:
Qué buen relato Pedro. Me imagino la emoción que habrás sentido. Era un viaje que te debías desde hace mucho.
Me alegro que lo hayas concretado. Ya nos contarás.
Germán
Yo estuve allí. Realmente es un viaje magnífico. No es tan difícil, pero la emoción hace que a uno le ande el corazón a mil.
Gracias por compartir.
Pedro, hace tiempo que no entraba en tu blog. Esta entrada es muy emocionante!
He disfrutado cada palabra,cada frase.
Cuando habla el corazón,es imposible sustraerse a su carisma.Todavía la montaña impone su presencia,a pesar que podríamos considerarla..digamos..una vieja relación.....
Recuerdas "Sound of silence " ? famosa cancion de los 70, by Simon and Garfunkel.
En esa epoca (la del accidente), eramos mozos...
Gracias por compartir esta entrada....puedo imaginar la cantidad de sentimientos en ese momento! Muy linda entrada, emociona..saludos desde Múnich.
I cannot understand you language but I am moved tremendously moved by you and your friends story .I have just watched it again and each time I am moved .May God bless you my friend .
Thank you for sharing and for your continued strength as it is encouraging to know that one can still go one and continue after such a life changing event. What happened to you up there is tragic but you fight back and survived. You may never have the answers you are looking for as to why...but don't stop look...take care
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