He estado un poco alejado de este blog. He estado muy ocupado y además la visita de mi nieto Mateo durante diciembre absorbió todo mi tiempo libre. Efectivamente los nietos rejuvenecen y son una bendición para los abuelos.
Durante este período, estuve dando un par de conferencias y talleres, pero además pude asistir a conferencias dadas por algunos de mis “hermanos sobrevivientes”.
La primera fue de “Tintín” Vizintín, con quien me une una gran amistad. Tintín es un gran expositor y habló en “La Posada del Té”, muy cerca de mi casa. Su charla estuvo rodeada de una gran emotividad. Me gustó mucho su comienzo, en la que cuenta la anécdota de las chicas que conoció la noche anterior al accidente en Mendoza y en la cual en una pared de un bar, una de ellas escribió “amigos para la eternidad”, sin saber que al día siguiente, dos de sus tres amigos morirían en Los Andes. Tintín me invitó a contestar juntos preguntas, lo que también disfruté mucho.
También escuché a Carlitos Paez en la Fundación Padre Mario. Carlitos tiene una presentación muy armada, muy dinámica y de una gran profundidad. Me gustó particularmente cuando cuenta que en la montaña maduró a partir del trabajo y se dio cuenta que cuanto más trabajaba más se lo respetaba. Me pareció muy bueno cuando habla del trabajo en equipo a partir del respeto y la especialización, y también me gustó el rol protagónico que él da a su padre en toda la presentación. Me impresionó la anécdota de que su padre en su desesperada búsqueda fue a ver al Padre Mario con una fotografía de nuestra delegación, y que el Padre Mario, con su poder parasicológico le indicó quién estaba vivo y quién no.
Por último, quiero destacar el mensaje que recibí en el post anterior, “Mexico”, en el cual hablaba del encuentro con Aldo, un muchacho sin brazos que me fue a escuchar. Qué alegría enorme fue recibir el saludo espontáneo de Aldo, en el que me cuenta que él también, a partir de su dificultad, cuenta su historia ante quienes lo quieren escuchar.