Tuesday, April 14, 2009

Leyendo "Rodeáte de los Mejores", el libro de mi amigo Claudio

Claudio Fernandez Araoz ha publicado un maravilloso libro llamado “Rodéate de Los Mejores” en el cual resume toda su experiencia como uno de los más prestigiosos “Cazadores de Talentos” a nivel mundial.

Claudio es además uno de mis mejores amigos, y porqué no, uno de mis “mentores” más apreciados.

El libro comienza citando una conversación con el mismísimo Egon Zehnder, fundador de la firma para el cual él trabaja, en la cual Egon en persona le comenta a Claudio cual es la clave para el éxito en una carrera empresaria. Y la clave según Egon es la “suerte”. Sí, más allá de la genética, de la educación, de los primeros trabajos, de la familia, la “suerte” es el primer determinador del éxito personal en el campo empresario.

En mi caso, soy una persona con suerte. No solo me ha ido bien en mi carrera empresaria y tuve una buena familia, sino que además, me estrellé en un avión cruzando los Andes, y sobreviví. En realidad tuve la mala suerte de estar en ese avión, pero la buena suerte de estar sentado en el asiento adecuado. Pero más allá de la fuerza, del coraje, de la empatía, de la fuerza emocional y de la presencia de Dios, tuvimos suerte. Mis amigos que no volvieron, no la tuvieron, no eran ni mejores ni peores que nosotros, simplemente estaban sentados en el lugar equivocado.

Claro, que la suerte no es todo, como dice Claudio, la suerte es el primer factor, pero claramente hay que ayudarla.

Además hay otro tema que me ha impresionado en el libro de Claudio, y que se lo comenté personalmente: Nosotros no podíamos “rodearnos de los mejores”. Yo no elegí con quién me caí en los Andes, tampoco elegí a mis hijos ni a mis hermanos, son los que Dios me dio o vinieron. En muchas ocasiones en la vida empresarial o personal, te ocurre lo mismo: uno no puede elegir con quién puede rodearse, y debe convivir y trabajar, y alcanzar objetivos y éxitos, con los que tiene.

De hecho, creo que uno de los primeros deberes de todo jefe, supervisor, líder o CEO es justamente obtener el mayor provecho de la gente que lo rodea para que se alcancen los objetivos del grupo y los personales. Eso hicimos nosotros en la montaña, ese fue nuestro gran desafío y lo conseguimos.

No creo que existan los “dream teams” en abstracto. Después de trabajar mucho tiempo en las empresas, creo que no existen los equipos ideales, somos todos de carne y hueso, con un poco más de suerte y algunos talentos “democráticamente” distribuídos. Los equipos que alcanzan los resultados extraordinarios tienen una combinación especial de gente con ganas de trabajar, talentos adecuados, gran liderazgo y mucho trabajo en equipo que potencia los talentos de cada uno. Y el gran desafío es alcanzar objetivos extraordinarios con gente normal, como cada uno de nosotros. En ocasiones, uno puede elegir con quien puede trabajar, y en ese caso buscará rodearse de los mejores, para esa situación en particular, no con los mejores en abstracto.

Pero para nosotros en la montaña, como en muchos órdenes de la vida, esa no era una opción y debimos extremar los esfuerzos para trabajar con lo que teníamos.

5 comments:

Rafa said...

Estimado Pedro,

Muchos hemos comenzado en la vida empresarial con ideales: la empresa, el jefe, el plan de carrera. La realidad después se encarga de ajustar esos parámetros, pero podemos asumir que el punto de control en esos casos, si bien no es externo, está algo lejos. Cuando llega el momento de asumir posiciones de liderazgo, el armado del equipo de trabajo parece ser tanto una obligación como un derecho. Y ahí cae uno de los últimos ideales: que uno como jefe puede elegir la gente que quiere.
Tu ejemplo de la montaña es tremendamente contundente: obtenemos resultados con lo que tenemos a nuestro alcance. Quienes te seguimos desde una perspectiva empresarial seremos inteligentes si lo aprendemos sin vivir una experiencia tan extrema.

Saludos de un compatriota,
Rafael

Alejandro Alberio said...

Querido Amigo,
Mientras te veía en el escenario durante tu conferencia en el San Pablo, sentado al lado de tu madre y de Noelle, sentí que era una de esas personas cercanas a vos con la que prácticamente no habías hablado de tu Montaña.
Nos conocimos por cuestiones laborales y fuiste vos quien me ofreciste ser parte de tu equipo hace mucho tiempo, y como equipo hicimos muchas cosas, en la que por lo visto preponderaron las buenas, según lo que te dijeron en tu presentación en Quilmes, creeme que sentí que podíamos compartir una parte del halago.
Un día dejaste de ser mi Jefe y ese mismo día empezaste a ser mi Amigo, ya que como te dije entonces la amistad no reconoce autoridad.
Y esa amistad es la que me hizo emocionar con tu emoción al dirigirte desde el escenario a tu madre, sentada a mi lado.
Como verás yo creo también en que hace falta "suerte" para que nos vaya bien en la vida, que es mucho más importante que tener éxito.
Yo tuve la "suerte" de ser elegido, en el momento justo, por la persona adecuada.
Un abrazo.
Alejandro

Silvia said...

Hola Pedro, soy Silvia, desde España.
Desde luego la experiencia tiene un simbolismo empresarial brutal, pero creo que también, y sobre todo, vital. No deja de ser curioso que ni el mejor escritor del mundo podría haber escrito tan acertada metáfora: la vida es una lucha continua de supervivencia en la que hay que superar "montañas" que crees imposibles de escalar, para luego llegar de nuevo a la vida.
Después de profundizar en la tragedia de los Andes -he leído varios libros, he visto la peli, sigo vuestras webs en Internet.- (mis amigos dicen que estoy obsesionada), hay varias cosas que me llaman la atención:
Por un lado, la cantidad de casualidades positivas que se dieron en la situación. La nieve era vuestra enemiga pero a la vez era la perfecta aliada. Sin ella, no hubierais podido beber agua ni mantener los cuerpos de vuestros compañeros en condiciones para servir de alimento. No deja de ser curioso, que da la sensación de que el mejor guionista del mundo se encargó de ponerlos allí, pero les dejó algunas herramientas imprescindibles para poder sobrevivir.
Por otro lado, el desarrollo de los acontecimientos, después de leerlo varias veces, está plagado de casualidades que os llevaron hasta el rescate. Creo que, aparte de vuestra fuerza y coraje, en este caso jugó un papel importante la suerte. Había tantas variables en la situación que podían volverse letales, que es realmente un milagro que ninguna fallara. Es más, todo lo contrario, casi siempre jugaron a vuestro favor. ¡Y menos mal!
Por otro lado, muchas veces pienso, imagino que vosotros también, cómo hubiera sido si desgraciadamente no se hubiera producido el rescate. Nadie hubiera conocido el final de esta historia. Quizá años después alguien hubiera encontrado los restos del avión y se hubiera quedado estupefacto al comprobar que lograron sobrevivir cierto tiempo tras el accidente.
Estoy realmente fascinada con esta historia. Tiene tantas perspectivas en las que profundizar que la convierte en fascinante. Por supuesto, la más importante es la vuestra como seres humanos: superar algo así no deja de darme confianza en el ser humano y en sus posibilidades, tanto de adaptación como de superación. Realmente increíble.
Me gustaría hacerte una pregunta que también me ronda la cabeza: después de vivir algo así, con la muerte tan de cerca y en unas condiciones tan extremas, ¿qué sensación tienes ante la muerte? La mayoría de los mortales no pensamos en ella y si lo hacemos es para sentir miedo, pánico, tristeza... Pero me gustaría saber cómo se siente alguien que ha pasado por una experiencia así ante la muerte, tantos años después... ¿La temes, la asumes? No sé...
También me resulta francamente milagroso que ninguno pensara en ningún momento en el suicidio. ¿qué era lo que agarraba tan fuerte a la vida en una situación así? Desde luego, supongo que cuando alguien suicida está muy desesperado y no tiene ilusión por nada y además, piensa que no hay solución posible para sus problemas. Puede que en vuestro caso la ilusión por ser rescatados o salvaros actuara como neutralizador de los instintos suicidas.
Me llama mucho la atención también las sensaciones que algunos familiares vuestros tenían durante los 72 días. En ‘La sociedad de la nieve’ hay varios ejemplos de familiares que estaban convencidos de que su hijo o hermano seguía vivo. No puedo imaginar cómo es el sentimiento de un padre, madre, hermano, hermana, novia o amigo al ver de nuevo a alguien que cree que ha perdido.
Bueno, Pedro, podría escribirte durante horas, pero tampoco quiero ser pesada, jejeje.
Gracias por tu atención y un abrazo muy fuerte para ti y todos tus compañeros.
Besos.
Silvia.

Pedro Algorta said...

Gracias Silvia, muy buena tu contribución.
Me haces una pregunta difícil. Por un lado le tengo terror a la muerte, por otro lado la acepto como algo inevitable.
Pero ojo, todos tenemos experiencias cercanas con la muerte, de alguna manera, somos todos sobrevivientes.
Cariños,
Pedro

miguel said...

Hola Pedro
A pesar de estar de viaje, me vi en la necesidad de entrar en tu blog.
Estoy totalmente de acuerdo lo de la suerte. Por eso te puedo decir que ha sido para mi una gran suerte de haberte conocido.
Pero hay muchos factores que estan alrededor de ella.
En nuestro caso estuvo la lectura del libro en el momento en el momento justo, que me estaba preparando para la crisis. No te conocia a pesar que participastes nuestro torneo de golf en el 2008 y muchas cosas mas.
Quiero decir con todo esto que la suerte la trabaje y la seguire trabajando.
Gracias a nuestra amistad aprendi lo importante que era el equipo; lo de estar bien uno para enfrentar esta vida, lo de la oracion a la noche (para pasar la noche) etc etc.
Pero la pregunta que me hago, cuantas suertes dejamos pasar?
Te mando un abrazo desde N Y
Tu amigo Miguel