Monday, July 28, 2014

Prólogo de "Las montañas siguen allí"




Prólogo

El verano pasado fui a visitar a Nando[1] a su casa en Punta del Este, con el objetivo de que leyera mi manuscrito y pedirle que escribiera unas líneas para la contratapa de este libro. Nando me dijo que lo leería y eventualmente escribiría con gusto unas líneas.

Después de una cordial y agradable reunión me acompañó hasta la puerta de su casa para despedirme, y mientras caminaba delante  de mí miré sus piernas flacas y cansadas y me estremeció imaginarme a esas mismas piernas dando pasos de gigante en la montaña. Pero quedé totalmente desconcertado cuando vi unas feas cicatrices cerca de sus pantorrillas y talones. No sabía que Nando tenía sus piernas lastimadas mientras caminaba por los Andes e imaginé que las heridas se habían producido después.

“¿Cómo te hiciste esas heridas? ¿Fue en una moto o tuviste un accidente de auto?”, le pregunté confundido mirando sus lastimaduras intentando buscar una confirmación que me tranquilizara.
“No Pedro, me las traje de la montaña”, contestó.

Me quedé petrificado. Descubrir esas heridas 42 años después me conmovió profundamente al imaginarlo caminando con Roberto[2] por la montaña, desesperados, heridos y al límite de sus fuerzas, buscando una salida para ellos y para nosotros. Sabía que había sido una hazaña inmensa pero hacerlo con heridas sangrantes en sus piernas me pareció que agregaba  aún más valor a algo que ya no admite adjetivos.

Yo no tengo cicatrices visibles ni caminé 10 días por la montaña, pero estuve 70 días viviendo bajito, luchando por sobrevivir. Con el tiempo que ha transcurrido, a medida que corremos el velo protector que nos protege, nuestras heridas aparecen y como las de Nando, magnifican lo que vivimos en los Andes.

*

“¡No irás a escribir otro libro más sobre el tema de los Andes!, ¿No está todo dicho ya?”, me dijo mi hermano Santiago al enterarse de que estaba trabajando en este proyecto.

¿Otro libro más? Pues sí, éste es otro libro sobre lo que nos pasó en Los Andes. Lo escribo porque creo que no está todo dicho y siento que tengo algo más para decir. Falta contar cómo viví yo mis 70 días en la cordillera y cómo llevé mi montaña después en mi vida personal; pero lo quiero contar como me hace sentido a mí.

Quiero dejar escrito mi testimonio y algunas reflexiones con más de cuarenta años de perspectiva. Me importa dar mi visión personal de esos 70 días, de la lucha por sobrevivir día a día, y cómo fue que entre todos, con dificultades y mucho trabajo pudimos construir esa máquina de sobrevivencia, que fue nuestro cuerpo colectivo en la montaña.

Lo hago porque me gusta contarlo, porque me hace bien.  De hecho al escribirlo me he podido conectar nuevamente con la montaña y me he conmovido al evocar los momentos del accidente, las decisiones importantes, la lucha diaria por sobrevivir, la rutina pequeña del día a día y la caminata final de Nando y Roberto mientras nosotros los esperábamos en el avión. También me emocioné con el  recuerdo de mi padre buscándome sin esperanza y con nuestra salida de los Andes listos para enfrentar otros desafíos. Al final, me he dado cuenta que la montaña todavía me acompaña, está conmigo, se mueve y me sigue conmoviendo. Pero ya pasó, he aprendido a vivir con ella; ya no molesta y me ha dejado vivir mi vida normal por más que a veces me emociono y me avisa que todavía está.

También soy consciente de que a mucha gente le impacta  nuestra historia y que escucharla le ayuda a poner sus propias montañas en perspectiva y a tomar fuerzas para superar su propia adversidad.

En estos sesenta y dos años de vida y cuarenta y tantos años de segunda vida, me pasaron y pensé muchas cosas que tienen que ver con este hecho tan significativo para mí.  Todo está en este libro, muchas veces en forma explícita, pero la mayoría de las veces flotando entre líneas, como es el caso de toda historia testimonial contada con el corazón en la mano.

En mi recuerdo despojado y limitado de lo que pasó en Los Andes está también lo que es más difícil resolver, lo que sigue quedando como un misterio. ¿Por qué sobreviví yo y no algunos de mis hermanos de la montaña que estaban mucho mejor preparados o que después en sus vidas podrían haber hecho aportes importantes? ¿Cuál  es la fuerza que nos hacía vivir un día más y que nos llevó hasta el final? ¿Cómo hicimos para conformar un verdadero equipo de trabajo cuando cada uno en el fondo quería sobrevivir él? ¿Dónde está hoy la montaña en mi vida? ¿Dónde está la cicatriz por las decisiones que tomamos para vivir?  ¿Dónde está el duelo no hecho por mis amigos que no volvieron? ¿Cómo hicimos para soportar tanta tensión?
Algunas de estas preguntas tienen un inicio de respuesta y otras no porque ni yo mismo las sé.


Mi experiencia de los Andes fue un momento especialmente límite y difícil, de mucho trabajo, de dolor, oscuro, de vivir bajito, de estar en contacto con las manifestaciones vitales más básicas, de convivir con la muerte y de sobrevivir casi sin darme cuenta, instintivamente. Mi vida después de Los Andes fue distinta, llena de oportunidades y realizaciones, con una  linda familia y buenos trabajos, donde no he dejado cosas por hacer y crecer. Pero también, una vida con otras montañas, donde lo vivido en los Andes sirvió para saber que ante las nuevas montañas solo hay que empezar a caminar.

Porque no son dos vidas contrapuestas. Son parte de lo mismo. Hoy, con más perspectiva, intento integrarlas, hacer una síntesis, reconocer que las he vivido y que no las puedo separar.

Con más de 40 años de distancia, los recuerdos son borrosos, confusos y quedan básicamente imágenes muchas veces mezcladas por lo que se ha escrito o dicho después.  El tiempo y todo lo que hemos vivido han borrado los límites y contornos de nuestras memorias. Las heridas existen pero han cicatrizado y nuevas experiencias y más heridas tenemos sobre las viejas heridas que ya teníamos. A veces, las cicatrices son tantas que no las podemos identificar. Lo bueno es que no vivo sobresaltado por los recuerdos ni nos atemorizan viejos fantasmas. Eso ya pasó. Pero ahora,  miro hacia atrás y conecto puntos, de lo que éramos y lo que somos, y la historia adquiere un nuevo sentido.

Obviamente este libro no es una novela ni nada por el estilo: es mi historia, la historia de mi vida, la que me permite construir sentido. Es la historia de mi supervivencia en Los Andes y lo que hice después con la montaña a cuestas. Es mi lucha por hacer mi vida normal, con la montaña moviéndose en la mochila. Pero no es la única historia de los Andes. De hecho cada uno de los 16 sobrevivientes, tiene la suya. Ésta es la mía.

*
Estimado lector: este libro está organizado en dos partes. La primera está relacionada directamente con el episodio de los Andes. En ellos encontrarás un relato de lo que nos sucedió, tal como yo le he vivido. También aparece  lo que me pasó después del rescate,que como verás, se mezcla bastante con mi vida normal. La segunda parte contiene algunas de mis reflexiones, organizadas por temas y no como un simple testimonio vivencial. Finalmente me permito sacar algunas conclusiones, intentando hacer un resumen de lo que no debería ser resumido.

Desde ya, agradezco tu interés en esta novela (que no es una novela) sobre mi montaña, donde podría haberme quedado pero de la que porfiadamente quise salir. Espero que me acompañes hasta el final.




[1] Fernando Parrado.
[2] Roberto Canessa.

Thursday, July 24, 2014

Ya tengo el libro!!!!


Pero no lo busquen hasta el próximo fin de semana en Argentina y después en Uruguay. Estará disponible recién en agosto.

Lo podrán encontrar en todas las librerías y desde el exterior lo podrán adquirir en librerías especializadas y en formato digital también.

A partir de ese momento, canalizaré la mayoría de la comunicación a través de una página FB del libro. En esa página, entre otras cosas encontrarán la agenda de presentaciones, algún anticipo, comentarios y una serie de videos relacionados con el libro que realicé con mis compañeros sobrevivientes.  Esta página seguirá poco operativa.

Ya les iré avisando.


Sunday, July 20, 2014

Ya falta poco


Ya falta poco para que se publique mi libro. Desde los primeros días de agosto "Las montañas siguen allí", estará en la librerías de Argentina y unos días más tarde en Uruguay.

También se podrá adquirir en formato electrónico y vía internet para los que viven en otros países.

Pronto les haré saber el calendario de presentaciones.

Espero que ese momento llegue pronto.

Wednesday, May 14, 2014

Mi próximo libro


Estoy terminando mi libro. El mismo es un relato personal de lo que nos sucedió en los Andes, mezclado con mis reflexiones sobre la experiencia que vivimos.

Creo que está quedando muy bien y me siento muy satisfecho.

No es un libro de epopeyas; cuenta cómo fue que sobrevivimos, lo que trabajamos, lo que tuvimos que hacer para sobrevivir por 70 días. También cuenta como viví yo mis Andes después en mi vida normal, esa que tanto me enorgullece haber vivido.

Desde hace muchos años tenía la idea de escribir algo. Este blog fue el primer intento y es testigo de ese proceso de ir descubriendo y entendiendo mi montaña. En algún momento pensé que el blog iba a terminar en un libro. De hecho, haberlo escrito me sirvió muchísimo para sacar afuera sentimientos y desarrollar ideas que después he recogido y ampliado. En ese sentido, en el libro no hay nada nuevo, es mi vida en los Andes, tal como la recuerdo y la fui interpretando.

El blog tenía un problema; cuando escribía algo testimonial, mucha gente me seguía y comentaba mis entradas, dando a entender que les llegaban mis comentarios, pero cuando escribía algo más conceptual o reflexivo, no pasaba nada,  parecía que nadie me leía. Finalmente, sentí que el momento del blog estaba cumplido y que tenía que pasar a otra etapa, más contundente y actual, donde pudiera integrar lo que me estaba pasando.  

Así llego a este libro, donde está todo lo que ahora tengo para decir.

 Espero que te interese.

Wednesday, March 13, 2013

Valle de Las Lágrimas, 2 de marzo de 2013


Aquí estoy. La verdad es que nunca pensé que iba a volver a este lugar. Es impresionante. Estoy sentado sobre la ladera del glaciar, en un repecho el cual en un extremo está la cruz y el monolito de Valle de Las Leñas. Miro al glacial que no reconozco. Cuando nosotros estuvimos allí, era blanco. Ahora los acarreos de la montaña los han ido transformando en una morena, y tiene color marrón. Pero claramente puedo distinguir donde estábamos nosotros y trato de imaginarme el recorrido del avión deslizándose por los cerros hasta caer en el medio del valle. Esa parte es difícil de imaginar, no hay un trazo claro, es increíble cómo no nos estrellamos contra las rocas y penitentes que surgen en la ladera.

Pero lo que no ha cambiado es la montaña. Está distinta, ya que tiene mucho menos nieve que cuando nosotros estuvimos allí. Pero siguen estando las mismas formaciones rocosas, los mismos prefiles, el mismo y angustiante silencio.

Eso es lo que más impresiona. El silencio. Uno mira las cumbres, los perfiles de las montañas, el glacial alto que parece que en cualquier momento puede desmoronarse y venirse encima, y siente una enorme congoja, una enorme pequeñez ante tremenda magnitud. Las distancias son incalculables. Cuanto hay desde donde estaba el avión hasta la cara opuesta del valle? No lo se, uno o dos kilómetros, quizás solo unos cientos de metros, pero por suerte nunca nos atrevimos a ir hacia allí. Las grietas son cada vez mayores a medida que uno se acerca a la cara opuesta de la montaña, donde siempre hay sombras, donde el glacial tiende a subirse irregularmente a las laderas de la montaña. Miro las paredes del glacial. Hay una parte que cuelga amenazante sobre el valle. Recuerdo haber sentido que se podría caer sobre nosotros. Hoy creo que no, pero todo es peligro, la montaña es amenazante.

Ellas siguen allí. Uno las mira, las escruta, las interroga, trata de que digan algo. Pero ellas no hablan, miran inertes. De la misma manera como 40 años atrás nos miraban inertes y nosotros las mirábamos a ellas, equivocadamente, tratando de obtener alguna respuesta de tamaño silencio y majestuosidad. Hoy están iguales, si bien es un día claro y diáfano, en la cumbre de la montaña, el filo se me antoja indefinido. Siempre hay una brisa, una bruma, un reflejo engañoso,  una dificultad que te dice que no es como uno cree. Las cumbres no se ven desde abajo, siempre más allá de una cumbre, hay otras, por eso los filos son irregulares y las montañas no se ven totalmente.

Pero es el silencio y la pérdida de perspectiva lo que más impresiona. Uno pierde la capacidad de calcular distancias, de dimensionar lo que ve. Todo se ve cerca y a la vez está muy lejano. Si bien hay bastante gente, no se nota. El silencio ensordecedor de la montaña oculta a los demás. Uno se siente solo. Las vuelve a mirar, a tratar de identificar lugares. Intento identificar por donde subieron Nando, Roberto y Tintín. La próxima vez debería venir con uno de ellos para que me cuenten. Obviamente no subieron por el medio del glacial, esa subida es imposible. Por la cuña entre el glacial y la ladera podría ser. Arriba se ve como más plano, hay unos claros que podría ser donde Nando y Roberto pasaron las noches antes de empezar su caminata. Desde donde estoy busco la cola del avión, donde debería haber quedado. No lo se, no lo puedo distinguir. Lo que veo es que el glacial cae abruptamente a los pocos metros. Por ahí no se podría caminar. Ir hacia ese lugar, hubiera significado la muerte segura. Pero por ahí estaba la cola, qué peligros que corrimos!!

La altura hace estragos. Estoy sin aire. Me gustaría caminar por el glacial y recuperar la sensación de estar sobre él. En el 95 lo hicimos pero hoy no puedo ni siento que es necesario. Desde donde estoy se ven los mismos perfiles y las mismas montañas que hace 40 años. Es el mismo panorama, la misma visión, solo que esta vez, nosotros nos hemos ido, y hemos dejado a las montañas allí.

Pienso en lo increíble del acontecimiento. En realidad venía con pocas expectativas,  miro la cruz y al memorial donde están algunos de los chicos que no volvieron, hoy lleno de banderas y objetos que la gente en su peregrinación va dejando. Miro el monolito, pienso que quizás yo debería haber quedado allí. Que deberíamos haber muerto todos. Porque no todos los días uno se estrella en Los Andes y 70 días después sigue vivo. Mis expectativas están superadas. No creí que iba a engancharme con el lugar. Me impresiona, no puedo pensar en otra cosa. Quiero llevarme a casa el silencio y la majestuosidad de este lugar.

Me pregunto porqué yo salí de este lugar. No era posible. Pero son preguntas sin respuestas. No tiene sentido hacerse esas preguntas y gracias a Dios no son preguntas que me atormenten demasiado. Pero aquí, a 3700 metros aparecen,  automáticamente me las hago. Y así las dejo, sin respuestas, y vuelvo a mirar la montaña, a sentir el silencio, mirando los filos y las cumbres que conozco tanto, que tan poco han cambiado y que van a seguir allí por muchísimos años más, impertérritas, mientras yo y mis compañeros sigamos nuestro viaje, nos perduren y nos ganen.

Me llevo a casa ese momento. Sentir ese lugar en la que debería haber quedado pero que porfiadamente quise salir. Me alegro de haber vuelto, me debía esta experiencia.

Thursday, February 28, 2013

TEDxResistencia (El video)

Aquí está:

"Todos somos sobrevivientes"





Espero que les guste.

Friday, December 21, 2012

40 años atrás



 Un 22 de diciembre, vísperas de Navidad, 40 años atrás salimos de la montaña.

Hace ya mucho tiempo. Lo increíble para mí es que 40 años después, los 16 que salimos de la montaña, estemos vivos, sanos y haciendo una vida normal.

Cómo fue el rescate, qué sentimos en ese momento, ya casi no tiene importancia. Simplemente no recuerdo más que imágenes. El resto fue borrado por el tiempo o es parte de anécdotas.

Ni siquiera soy consiente de las cicatrices dejadas. A veces, me encuentro interrogándome por las heridas. Dónde están? Se deberán cosas que me pasan a los Andes o simplemente al devenir de nuestras vidas? Nunca lo sabré.

Hace tiempo que dejé la soberbia de decir que a mí no me pasó nada. O que no me afectó para nada. Eso ya no lo digo, ya se que una parte mía la pasó muy mal en los Andes y todavía está conmigo. Pero no aparece. Está dormida y abatida por toda la vida que hemos tenido desde entonces.

Pero hoy conmemoramos y celebramos. Más de 120 personas descienden de los sobrevivientes. Ellos no estarían si nosotros no hubiéramos vuelto. Ellos llevan también nuestra montaña. Yo contribuyo con 5, mis 3 hijos, mi nieto Mateo y el que está por llegar. Qué bueno.!

Wednesday, December 12, 2012

La entrevista en Teledoce


La verdad es que pocas veces he ido a Uruguay para hablar de lo que nos sucedió en la montaña. Con motivo de los 40 años del accidente, me invitaron a participar junto con todos mis compañeros de una entrevista colectiva. Allí fuí, a esta altura no me podía negar. Además, días antes 7 de ellos vinieron a Buenos Aires donde ellos hicimos un lindo evento en el Colegio San Pablo.

De la misma manera como me sentí muy cómodo en el San Pablo, esta vez, en Teledoce, no estaba del todo cómodo. Para peor, la entrevista no transcurría como yo pensaba y me empezó a molestar las continuas referencias al tema de la antropofagia.

Finalmente, sucedió lo que a veces sucede. Se me soltó la cadena y dije que me estaba aburriendo y que me quería ir. El conductor del programa no perdió la oportunidad de indagar en mi "aburrimiento". Dije que hacía media hora que estábamos hablando de lo mismo, que me parecía que había otras cosas de qué hablar, de que cuarenta años después, las vidas que habíamos hecho, lo que habíamos construído, nuestra resiliencia, que todo eso, era más fuerte que la antropofagia. En definitiva, la antropofagia era un hecho más de nuestra experiencia, pero no el único.

No me arrepiento. Viendo el video me hace gracia las caras de mis "hermanos de la montaña", muertos de risa ante mi exabrupto. Pero ese soy yo.

Finalmente, hacia el final, volví a decir mis cosas y envié saludos a mi madre. Más tranquilo, pero quizás demasiado serio. Probablemente tengo que sonreír un poco más la próxima vez.

Si lo quieren ver, aquí está http://www.teledoce.com/seguirviviendo. Mi exabrupto está en el minuto 37. La entrevista completa se ve a la derecha, donde dice "Mirá el programa especial".

Sunday, December 9, 2012

TedXResistencia


No quiero dejar de comentar una increíble experiencia: participar en el TedxResistencia.

Me invitó Guido Barossio, a quien conozco desde que jugaba con mis hijos en las calles de mi barrio.

La experiencia fue increíble. Me impresionó la organización, las sesiones de coaching, el entrenamiento, las prácticas. Todo.

En realidad, la gente que nos escuchaba no era lo más importante. Ellos eran parte del medio por el cual el mensaje estaba siendo transmitido a través de la red.

Yo llevé mi propuesta. Iba a hablar del "cambio". De cómo nos resistimos al cambio y cómo nosotros, allí en la montaña tuvimos que cambiar para poder sobrevivir. 

Pero no pude hacer lo que pensaba. Después de un primer intento en un ensayo, las cosas no me salieron bien, no me conectaba con mi mismo. Tuve que abandonar la propuesta inicial e hice lo tradicional, lo seguro, y hablé de la montaña.

Estuvo muy bien y de todas maneras, otro día hablaré del cambio.

Próximamente se podrá ver mi participación en las charlas TED.