Saturday, May 30, 2009

Colombia

Siempre me ha impactado la historia de los secuestrados por la guerrilla colombiana. Cómo es que han podido sobrevivir varios años de reclusión en las condiciones más atroces en un ambiente de máxima hostilidad.

Cuando estuve en Colombia hace casi dos años, el policía John Franklin Pinchao había escapado de sus captores y después de vagar varios días por la selva consiguió su libertad. En su increíble relato, trajo noticias de Ingrid, Clara y de varias personas que aún seguían secuestradas.

La noticia me conmovió. Yo había ido a Colombia a hablar sobre la Tragedia de los Andes, pero allí en Colombia me sentía pequeño, me daba algo de vergüenza, lo mío había pasado 35 años atrás, lo de ellos estaba pasando en esos momentos.

Hoy, los secuestrados más conocidos están en libertad. Clara, Ingrid, Consuelo y otos han sido recuperados, pero aún quedan otros privados de su libertad. Pronto volveré a Colombia, me llena de impresión que caminaré por las calles de Bogotá y no lejos de allí, todavía hay quienes sufren en la selva la más atroz de las injusticias, privados de su libertad fuera de toda ley y control.

He leído el libro que Clara Rojas ha publicado recientemente. Lo he terminado en llanto. El relato de su maternidad en la selva y su liberación buscando el reencuentro con su hijo es conmovedor.

Ojalá algún día me pueda encontrar con ella para decirle cuanto yo, sobreviviente de los Andes, la admiro y la comprendo a ella, sobreviviente de la selva.

Friday, May 22, 2009

Cuando volvimos

Mi hermana Gloria dice que cuando volvimos de la montaña, no sabían cómo tratarnos. Me cuenta además que sentían una enorme contradicción; por una parte una alegría enorme por nuestra vuelta pero también una gran tristeza por nuestros amigos que no volvieron.

Ella dice que prestábamos muy poca atención a la familia, a quienes nos habían ido a recibir cuando fuimos rescatados. Todavía estábamos como protegidos por el aura de la montaña; queríamos estar entre nosotros, seguíamos viviendo el espíritu de la supervivencia y no prestábamos atención y hasta rechazábamos las muestras de cariños de nuestros familiares y amigos.

Gloria también me dice que una de las cosas que más le sorprendió fue nuestra frialdad al tratar el tema de la muerte, nuestra familiaridad con ella, cómo podíamos pasar de los temas más sencillos y amables a los temas más duros y escabrosos. Incluso les llamaba la atención la naturalidad con la que hablábamos de nuestros amigos muertos. Como si no hubiéramos hecho el luto por ellos.

El ajuste no fue fácil, para ellos nosotros estábamos volviendo de la muerte. Pero nosotros sólo estábamos llegando de un largo viaje en el cual tuvimos que adaptarnos a situaciones difíciles y hacer cosas increíbles, pero no volvíamos de la muerte. 

Wednesday, May 13, 2009

Conversando con Roy Harley

Durante el lanzamiento de la “Sociedad de la Nieve” en la Feria del Libro de Buenos Aires, escuché por primera vez a Roy Harley hablar en público. Me encantó. En la conferencia de prensa dijo que si tuviera que poner en una balanza todo lo que sufrió en la montaña y todo lo que vivió después, esto último le gana con creces a lo sufrido en la montaña, con lo cual está por demás contento de haber vivido. Y estoy seguro que es así.

Después, en la presentación del libro, Roy contó cómo habían sido sus días posteriores al accidente, cómo mientras nosotros ya estábamos de vuelta con los nuestros, él pasó 15 días enchufado en un CTI en Santiago de Chile, debatiéndose entre la vida y la muerte. Su testimonio me conmovió.

Cuando se fueron todos, Roy y yo nos quedamos conversando un buen rato más. Me contó cómo fue la ida a la cola del avión. De los 10 días que pasó en la cola tratando de conectar la radio del avión, acompañado a veces de Roberto y otras veces de Nando y Tintín que iban y venían. De lo difícil que fue la vuelta al avión cuesta arriba. De los 38 kilos que pesaba cuando salió de la montaña. Yo lo escuché pasmado.

También le dije que si bien me gustaba mucho su idea de la balanza, yo no la podía aplicar, porque en mi caso no puedo cuantificar los sufrimientos y las angustias, no los puedo poner en la balanza. No puedo medir esa sensación, no sé cuanto frío sufrimos, cuanta angustia, cuanta sed, cuanto miedo; no recuerdo ni haber llorado a nuestros muertos, no tuve esa capacidad. Le comenté que estando en la montaña, la única vez que me conecté con mi casa y mis seres queridos, me puse muy triste y apenas pude llorar, por un instante. Pero después no pude pensar más en ellos; estando allí arriba nunca más lo pude hacer, algo en mi mente me bloqueó (protegió ?) y no me dejó.

Wednesday, May 6, 2009

Abandonándose

Nosotros no sabíamos si nos íbamos a salvar o no. Sabíamos que estábamos vivos y que teníamos una pequeña chance de sobrevivir, para la cual, trabajamos muy duro. No nos abandonamos y mientras sentimos que teníamos esa posibilidad, mantuvimos las esperanzas de salir de la Montaña.

De todas maneras, algunos de mis “hermanos sobrevivientes” dicen que al final, ya se habían entregado. Estaban muy débiles, habían perdido todas las fuerzas y se habían abandonado para morir, cuando justo fuimos rescatados. Coche, quien al final era piel y huesos, dice que sabía que iba a morir el día de Navidad, pero nos rescataron tres días antes. Nando dice que también sabía que iba a morir, pero que prefirió morir caminando.

Eso no me pasó a mí, yo siempre tuve la esperanza de que nos podíamos salvar, y esa esperanza me mantuvo con vida. En un momento, cuando creí que moría sepultado por la nieve en el alud, me entregué, porque no iba a vivir, pero en cuanto me quitaron la nieve de la cara y pude respirar nuevamente, recuperé las ganas de seguir luchando para vivir, y me volvió la energía que me mantuvo con vida en esos difíciles momentos.

 

Friday, May 1, 2009

Una Conferencia con Roberto Canessa

Me invitaron a escuchar una conferencia de Roberto Canessa en el Colegio Marín organizada por el Encuentro Cristiano de Jugadores de Rugby. Había más de 1.200 personas.

La conferencia estuvo muy buena. Roberto es muy espontáneo y natural, y relató su testimonio describiendo nuestra experiencia con abundancia de anécdotas y situaciones.

Cuando terminó, invitó a Laura, su mujer, a Juan Pedro Nicola, cuyos padres murieron en los Andes y a mí, a subir al escenario. Yo ya estaba preparado porque ya lo había hecho casi 2 años antes en otra reunión.

Entre todos contestamos preguntas. Roberto contestaba una parte y después me preguntaba si yo tenía algo que agregar. En determinado momento le preguntaron algo sobre la heroicidad. Y él dijo que él no se consideraba héroe, que era el grupo el que había trabajado para salir, que todos cooperaron para alcanzar los resultados y que sin el grupo él no podría haber hecho lo que hizo. En ese momento yo pedí la palabra y dije que si bien el equipo fue fundamental, algunos habían hecho contribuciones más importantes. El y Nando habían hecho lo heroico, lo que yo no podría haber hecho, caminaron 10 días por la montaña sin ningún equipo y consiguieron ayuda y que gracias a ellos nos habíamos salvado. Terminé diciendo que para mí, ellos eran nuestros héroes.

A la gente le gustó lo que dije y cerraron mis palabras con una ovación increíble. Abracé a Roberto y sonreímos. Laurita a mi lado me susurró, “y ahora quién lo banca a éste!!!!”