Carlyle es una vieja amiga que asistió a una de mis presentaciones y me hizo algunos comentarios interesantes sobre la relación que hay entre el mundo de todos los días y lo que vivimos nosotros en los Andes.
Ella dice que soy claro cuando digo que cada uno de nosotros individualmente quiso vivir, que fue una decisión personal, pero que nos dimos cuenta que teníamos más posibilidades de sobrevivir si trabajábamos como equipo. Eso pasa también en otros ámbitos de la vida, cada individuo debe decidir qué quiere hacer, en qué trabajo estar, en qué equipo estar, en función de sus intereses personales, y que el trabajo del jefe es justamente armonizar la búsqueda de los objetivos personales con los objetivos del grupo.
Carlyle también dice que durante mi charla menciono que el grupo permanentemente hablaba y discutía los temas que se nos presentaban. Estábamos permanentemente conversando y comunicándonos. Carlyle dice que en la vida nos comunicamos poco, hablamos poco, no generamos la confianza necesaria para hablar abiertamente de los problemas que enfrentamos. Ella dice que la gente no se da cuenta que cuando ponemos un problema sobre la mesa para discutir, en la medida que hablamos sobre él empiezan a surgir soluciones y alternativas, y de esa manera, simplemente hablando y comunicándonos con honestidad, los problemas empiezan a resolverse, cambian de naturaleza.
Otro comentario de Carlyle es sobre el aporte de cada uno al grupo. Ella dice que la dureza de nuestra experiencia hizo que cada uno diera lo mejor de sí para el grupo. Y en la vida, eso no pasa naturalmente, la gente no contribuye con lo mejor de sí, contribuye con lo que le es más fácil o simplemente le piden. Carlyle dice que los jefes deben tener la capacidad para identificar las fortalezas relativas de la gente y pedirles que aporten de acuerdo a su mejor capacidad. No se trata de corregir debilidades, sino de construir sobre las fortalezas de cada uno.
Finalmente, Carlyle opina que en mi presentación de alguna manera minimizo la decisión de alimentarnos de carne humana y lo presento como algo natural debido a que no teníamos otra alternativa. Ella dice que lo que hicimos nosotros fue cuestionar uno de los valores básicos de nuestra cultura y nuestros hábitos y que por otra parte, generamos otros valores muy particulares que nos permitieron funcionar como sociedad. Ambas situaciones tienen su paralelismo en la vida normal, muchas veces uno tiene que tener el valor de cuestionar creencias y hábitos muy internalizados y cambiar para adaptarse y sobrevivir a los desafíos que se nos presentan. Por otra parte, allí en la montaña generamos valores y hábitos muy particulares que regularon nuestra conducta y produjo la solidaridad y cohesión que nos permitió salvarnos. Por ejemplo, cuando uno comía más de lo que correspondía, el castigo era el aislamiento, la marginación del grupo, el peor de los castigos en aquellas circunstancias.
Creo que Carlyle ha hecho observaciones muy pertinentes y profundas sobre las que seguiré trabajando. Thank you Carlyle.